La Fenomenología

29 - Mayo 2010 - El Arsenal está en período de pruebas como 'blogzine'.
Cuatro cuestiones

1) ¿Se niega la Naturaleza a otorgarnos la fuerza para avanzar hacia la verdad?
2) ¿Se ofrece la verdad bajo la máscara del error?
3) ¿Oculta el lenguaje la verdad con términos equívocos?
4) ¿Hay fantasmas que, fascinando a la inteligencia, impidan percibir la verdad?


A estas cuatro cuestiones se ha respondido con varias disciplinas:

1. Las reglas del arte de pensar: la dianoiología.
2. El examen de la verdad en sus elementos: la aletiología.
3. Asignarle a lo verdadero sus caracteres externos: la semiótica.
4. distinguir entre la verdad y la apariencia: la fenomenología.

La fenomenología es la 'teoría de lo que se nos aparece'. Es el fundamento de todo saber empírico. Lo material es movil en el espacio. El movimiento es cantidad en la foronomía. La materia es movil en cuanto ocupa espacio. Examinamos el movimiento como parte de la cualidad de lo material, como fuerza originaria en la dinámica. Lo material es lo móvil en tanto que implica una dinámica, cualidad que le impele, en relación con su movimiento en la mecánica. La materia es potencialmente móvil en tanto que objeto posible de experiencia. Examinamos así el reposo o el desplazamiento de lo material en relación con la forma de representación en la fenomenología. Una fenomenología general debería preceder a la metafísica, trazando el lindero entre el mundo sensible y el inteligible para evitar transposiciones ilegítimas entre uno y otro.

Al establecer una distinción entre psicología y lógica, se señala que la primera es fenomenológica, por referirla a lo que se nos aparece, en vez de aplicarla directamente a nuestro pensamiento en cuanto tal.

Hacer fenomenología: distinguir entre la verdad y la apariencia es entonces hacer psicognosis: examinar las ideas tal como surgen y desaparecen en el curso de los procesos mentales. La ciencia que nos muestra la sucesión de las diferentes formas o fenómenos de la conciencia hasta llegar al saber absoluto es la “fenomenología del Espíritu”, representando además la introducción al sistema científico total. La fenomenología proyecta entonces «devenir de la ciencia o del saber en general».

La “fenomenología de la conciencia moral” equivale a una descripción y análisis de los tipos de vida, estableciendo una jerarquía que no excluya ilegítimamente ninguno de los tipos esenciales que se han manifestado en el curso de la historia humana.

El término 'fenomenología' ha adquirido una posición central y sentido preciso. Lo fenomenológico constituye la neutralidad científica al tratar los fenómenos psíquicos en sí, en cuanto contenidos significativos. Aunque se defienda tal “neutralidad” de hecho se halla implicada en una considerable proporción con la psicología o al menos con la psicología descriptiva.

El término 'fenomenología' designa también una de las tres partes en que se divide la filosofía (v. Ciencias [Clasificacion de las]); constituye un estudio simple y no se subdivide en otras ramas. Lo fenomenológico es denominado también como faneroscópico; es la descripción del 'fanerón': del todo colectivo, de cuanto está de cualquier modo o en cualquier sentido presente a la mente, independientemente de que corresponda o no a lo real. El término 'fanerón' es sinónimo de 'idea', aun cuando se restrinja demasiado el significado de 'idea'. Un fanerón es una zona enteramente abierta, como un contexto, a la observación. Por eso la fenomenología o faneroscopia es el estudio que, apoyado en la observación directa de fanerones [o contextos] y mediante la generalización de sus observaciones, señala varias clases muy amplias de fanerones; describiendo los caracteres de cada clase, muestra que, aunque se hallen inextricablemente mezclados, ninguno puede ser aislado, resultando evidente que sus caracteres son dispares. Prueba entonces que cierto número muy reducido de tales contextos comprende todas estas más amplias categorías de fanerones existentes y finalmente, procede a la difícil tarea de enumerar las principales subdivisiones de dichas categorías.

La fenomenología o faneroscopia se abstiene de especular en cuanto a las relaciones entre sus categorías y la eventualidad fisiológica, cerebral o de cualquier otra índole. Se limita a describir las apariciones directas y trata de combinar el rigor minucioso con la generalización más amplia. Para aplicar la fenomenología hay que estar fuera de la influencia de las tradiciones y autoridades, de cualquier suposición de que la eventualidad deba ser de un modo o de otro: simple y honradamente hay que observar lo que se nos aparece o presenta. Las divisiones formales (relaciones ) de los elementos del fanerón o [complejo contextual] deben ser valencias y covalencias: medadas, mónadas, díadas, tríadas, tetradas etc.. Se ha relacionado el estudio de los elementos del fanerón con las investigaciones sobre la lógica de las relaciones (v. Peirce).

Al hablar de fenomenología se entienden: la “escuela fenomenológica” o el “movimiento fenomenológico”, donde figuran la fenomenología pura de Husserl y su evolución, Pfänder, Adolf Reinach, Moritz Geiger, E. Stein, R. Ingarden y otros; la fenomenología de las esencias de Scheler; las bases fenomenológicas de Heidegger y de N. Hartmann); las «relaciones» de G. Marcel con el «movimiento fenomenológico» o cuando menos los «temas fenomenológicos»; las bases fenomenológicas de Sartre, de Merleau-Ponty y de P. Ricoeur), y otras “fases” y “períodos”. Todos estos autores han contribuido a elaborar, modificar y, en muchos casos, a «superar» la fenomenología de Husserl.

Nos referimos en esta sección a la fenomenología en cuanto ha sido bosquejada y desarrollada por Husserl, además como «método» y como «modo de ver».

La fenomenología es a la vez «método» y «modo de ver»; ambos aspectos se relacionan por cuanto su método, sus procedimientos, se constituye mediante una modalidad de la observación, posible a su vez mediante el método.

Comencemos relevando el metodo, que se constituye tras depurar el psicologismo (v.), mostrando que las reglas lógicas son lógicas puras y no empíricas o trascendentales o procedentes de un supuesto mundo inteligible de rango metafísico. Que ciertos actos, como la abstracción, el juicio, la inferencia, etc., no son empíricos: sino de naturaleza intencional (v. Intencion, Intencional, Intencionalidad) con sus correlatos en puros términos de la conciencia (v.) como conciencia intencional, que no aprehende los objetos del mundo natural como tales , pero que tampoco constituye lo dado en cuanto objeto de conocimiento: sino que aprehende puras significaciones en cuanto que son simplemente dadas, tal como son dadas.

La depuración del psicologismo conlleva al método fenomenológico y a la vez lo constituye. Para aplicar sus procedimientos hay que adoptar una actitud radical: y poner en suspenso el “mundo natural”. Hay que descreer en realidad del mundo natural, y las proposiciones a que da lugar creer en él hay que ponerlas entre paréntesis mediante la epojé (v.) fenomenológica. Esto no quiere decir que se niegue la condición real del mundo natural; la epojé fenomenológica no es manifestación de escepticismo. Sucede que, mediante la epojé, colocamos, por decirlo así, un nuevo “signo” a nuestra “actitud natural”. Y en virtud de este nuevo signo procedemos a abstenernos de emitir juicios acerca de la existencia espacio-temporal o geocronológica del mundo.

El método fenomenológico consiste, pues, en reconsiderar todos los contenidos de conciencia; en vez de examinar si son reales o irreales, ideales, imaginarios, etc., procedemos a examinarlos en cuanto que aparecen y son puramente dados. Mediante la epojé, según nuestra “conciencia fenomenológica” nos es posible atenernos a lo dado en cuanto tal y describirlo en su pureza. 

Fenomenológicamente 'lo dado' (v.) no es lo que es en la filosofía trascendental (una materia organizable mediante formas de intuición y categorías). Tampoco es material “empírico” (los datos o información puramente proveniente de los sentidos).

'Lo dado' es el correlato de la 'conciencia intencional'. No hay contenidos de conciencia, sino fenómenos. La fenomenología es sólo descripcion de lo que se muestra por sí mismo de acuerdo con “el principio de los principios”: toda intuición primordial es fuente legítima de conocimiento; todo lo que se presenta por sí mismo 'en la intuición' (por así decirlo, 'en persona') debe aceptarse simplemente como aparece y tal como se ofrece, aunque sólo dentro de los límites [o de la complejidad contextual] entre los cuales se presenta.

La fenomenología entonces no presuponenada; fenomenologicamente no presuponemos ni el mundo natural, ni el sentido común, ni las proposiciones de la ciencia, ni las experiencias psíquicas. Ubicamos previamente todas las creencias o juicios para explorar simple y pulcramente lo dado.

Se trata de un «positivismo absoluto», mediante el cual es posible aplicar el procedimiento de reducción (v.) o una serie de reducciones. Ante todo la reducción eidética (v.), y lo que resulta de ésta, su residuo, son las esencias (v. Esencia), que son dadas a la intuición (v.) fenomenológica, que se convierte de este modo en aprehensión de “unidades ideales significativas”, de sentidos u 'objetos-sentidos', de universalidades; estas no son ni conceptos lógicos ni ideas platónicas.

Las universalidades esenciales aprehendidas fenomenológicamente son de muchas clases. Al intuir el color rojo o, mejor, una tonalidad de rojo se da a la conciencia intencional la esencia de lo rojo. Al intuir algo cuadrado se da a la misma intuición la esencia lo cuadrado. En el fluir de lo vivido o en el entretejido de las vivencias de la conciencia intencional se hallan expresiones y significaciones. Las significaciones “cumplen” con lo que las expresiones nombran, forjando registros engramáticos. Cuando las significaciones resultan «cumplidas» o «registradas» adviene lo esencial. La esencialidad, las esencias pueden, pues, caracterizarse como lo dado a la intuición al existir adecuación entre lo enunciado, y su significado; y el cumplimiento de éstos. La adecuación puede ser parcial o total, y sólo en este último caso puede hablarse de, o hay, una verdadera “intuición esencial”.

La 'reducción eidética' es la primera fase de la 'reducción fenomenológica', que incluye la 'reducción trascendental'. Por medio de ésta ponemos entre paréntesis la propia existencia de la conciencia, que se vuelca sobre sí misma y en vez de tender hacia lo que se le aparece, tiende hacia sí en su pura intencionalidad. En la actividad intencional se han distinguido dos polos: el noético (v.) y el noemático. No son dos realidades, y menos aún dos actos distintos, sino dos puntos extremos del flujo intencional. La atención hacia lo noemático es lo característico al intuir las esencias. La atención hacia lo noético es lo característico al revertir la conciencia hacia sí misma. Mediante esta actividad queda depurada la conciencia, trascendental, como “residuo final” de la reducción fenomenológica.

En el curso de la “reducción eidética” prestamos atención primordialmente a la fenomenología como método y como modo de ver que lleva a constituir una «ciencia universal», fundamento de las demás ciencias particulares. Las ciencias eidéticas o ciencias de esencias se han convertido en fundamento de todas las ciencias (v. Esencia).

En el curso de la “reducción trascendental” llegamos a una idea “egológica” de la conciencia, a diferencia de la idea “no-egológica” característica de la fase a veces denominada “metódica” de la fenomenología. Como en esta fase parecía quedar sin sustento la actividad intencional, se concluyó que es necesario apoyarla o fundamentarla en el «yo trascendental» rechazado por muchos fenomenólogos como extraño al propósito inicial de la fenomenología y hasta como incompatible con tal propósito. Sin embargo, se ha insistido en que, de no llegarse al último residuo del yo trascendental, la fenomenología misma carece de base. Las ciencias de las esencias se fundan, pues -según Husserl-, en una “egología trascendental”.

La evolución de la fenomenología de Husserl a partir de esa instancia pertenece más bien al pensamiento propio de este autor que al movimiento fenomenológico. Sólo Eugen Fink trabajó con él en sus esfuerzos por desarrollar una “fenomenología genética” como exploración de los actos constitutivos de la conciencia trascendental y una “fenomenología constructiva” como reformulación de los datos no dados directamente.

Menos aún pertenecen al movimiento fenomenológico los trabajos de Husserl encaminados a superar el posible «solipsismo» de la conciencia trascendental y a restaurar la intersubjetividad (v. Intersubjetivo) de las «conciencias» -que a veces se ha llamado «monadología trascendental».

En cambio, ha influido grandemente sobre fenomenólogos y autores que no pertenecen a este movimiento la idea husserliana del «mundo vivido» (v. Lebenswelt).

Hemos tratado principalmente de la fenomenología como fuera elaborada por Husserl, en su fase «propiamente fenomenológica». Sin embargo, es pertinente mencionar como muy ligada a esta fase la “fenomenología de las esencias” de M. Scheler (v.). Este autor trató sobre las esencias como «esencias-valores» y se interesó por la «intuición emocional» de tales esencias. Estas últimas no se hallan directamente ligadas a significaciones. En la intuición del valor de lo agradable, por ejemplo, no se intuye la significación de la esencia «agradable», sino que se intuye (emocionalmente) la esencia «agradable» misma. Scheler desarrolló en detalle una teoría de la “experiencia fenomenológica” ligada a una doctrina de los hechos fenomenológicos, a diferencia de otros tipos de hechos (v. Hecho).

Por la variedad de las tendencias que se han manifestado dentro de la fenomenología, incluso dentro de la fenomenología husserliana y por los diversos modos que ha adoptado y las varias fases que se han desarrollado dentro y fuera de ésta, es crecientemente común especificar la fenomenología mediante un adjetivo. Según indicamos, se ha habla, en relación a Husserl, de una “fenomenología trascendental”, de una “fenomenología constructiva” y de una “fenomenología genética” y podría hablarse asímismo de una “fenomenología sintética” en el sentido de ocuparse de los procesos de síntesis, sea activa o pasiva.

Es corriente distinguir, por lo menos, entre tres especies de fenomenología:

1. la fenomenología trascendental, centrada en Husserl y autores husserlianos
2. la fenomenología existencial, manifiesta en Sartre y Merleau-Ponty.
3. la fenomenología hermenéutica (v. Hermenéutica).

Se ha agregado a estas especies de fenomenología:

la “fenomenología contextual”, propuesta por A.T. Tymieniecka, a partir de R. Ingarden, como un intento de superación tanto del idealismo de Husserl como de la controversia idealismo-realismo, de Ingarden, es decir, tanto del “monismo” de Husserl como del “pluralismo” de Ingarden. Esta fenomenología se propone “ir más allá de los niveles racionales de la objetividad” para llegar a sus “fuentes dinámicas”. El contexto es el 'contexto de la creatividad humana', que incorpora “el completo sistema emotivo empírico de funciones”. De este modo se abandona el ideal de una filosofía sin supuestos para centrarnos en el «individuo-en-su-condición-en-el-mundo»; un «mundo de fenómenos».

Se ha pensado que hay nada de común entre el sentido de 'fenomenología' en Hegel y en Husserl, pues mientras para el primero la fenomenología constituye un sistema cerrado, aunque dinámico, para el segundo constituye la afirmación de la máxima apertura de la conciencia en tanto que conciencia intencional. En efecto, los fenomenólogos han insistido siempre en que, contra el mundo cerrado de los kantianos y neokantianos, ellos proponen un mundo abierto; en vez de la asimilación y de la constitución hay el «reconocimiento» y la «visión».

Además, mientras para Hegel se trata de algo dialéctico, para Husserl se trata de pura descripción. Sin embargo, recientemente se ha intentado descubrir conexiones entre la fenomenología hegeliana y la husserliana. Así, A. de Waelhens ha puesto de relieve que Hegel había ya subrayado, al comienzo de su Fenomenología del Espíritu, que no se puede hablar de conocimiento, en tanto que la representación que un sujeto tiene de algo situado absolutamente fuera de él, lo cual equivale a decir que el conocimiento puede ser verdadero, hallándose fuera del absoluto, es decir, de la verdad. Esta concepción no representativa de la conciencia es en algunos aspectos similar a la husserliana -bien que en esta última no hay progresión hacia el absoluto, sino sólo apertura ante el objeto intencional.

Por otro lado, la ambigüedad de la posición hegeliana con respecto al «dilema idealismo-realismo» se reproduce en Husserl hasta el punto en que los partidarios de un «Husserl idealista» pueden aportar argumentos tan convincentes en favor de su opinión como los partidarios de un «Husserl realista».

Finalmente, hay tanto en Hegel como en Husserl un intento de reducir la experiencia a «experiencia perceptiva originaria» anterior a toda transformación por medio de la ciencia o inclusive del sentido común.

Lo fenomenológico

A partir de Husserl se usa el adjetivo 'fenomenológico' en relación con la filosofía de dicho autor o de algunas variedades de fenomenología. Los usos pre-husserlianos de 'fenomenológico' son casi siempre distintos de los husserlianos y post-husserlianos, pero se hallan, con la posible excepción de uno de los usos kantianos, dentro del marco de dicha filosofía.

Hay un uso de 'fenomenológico' que no es completamente independiente de ciertos usos filosóficos, especialmente en el área de la filosofía de la ciencia y la metaciencia, pero conviene tratarlo aparte para evitar confusiones: es el uso científico y metacientífico de 'fenomenológico' en expresiones como “teorías (científicas) fenomenológicas”.

Hay similitudes entre 'fenomenológico' y 'fenomenista' o 'fenomenalista' por cuanto que algunas teorías fenomenológicas, especialmente en física, han adoptado supuestos propios del 'fenomenismo'. Esto ocurre con E. Mach, el más conocido representante de la “física fenomenológica”. Sin embargo, no es estrictamente necesario que una teoría fenomenológica sea fenomenista o tenga supuestos epistemológicos fenomenistas. Como, a su vez, el fenomenismo no tiene tampoco necesariamente por qué tener supuestos epistemológicos, y menos aún ontológicos, hay que precisar en cada caso lo que se entiende por 'fenomenológico' en el caso de las «teorías fenomenológicas».

En general, se admite que mediante la teoría fenomenológica podemos formular enunciados observacionales y elaborar conceptos que permitan establecer predicciones, las cuales se convierten oportunamente en enunciados observacionales. Se descarta entonces toda inferencia a “entidades” que expliquen el mecanismo de la producción de fenómenos descriptibles. La teorízación fenomenológica en sentido estricto difiere de las doctrinas fenomenistas de carácter epistemológico y ontológico en que no se funda en ningún «sensacionismo», «subjetivismo» o «neutralismo» (por ejemplo, de lo físico y lo psíquico). Los fenómenos de que se ocupa se admiten como objetivos y son objeto de enunciados. La teorización fenomenológica se distingue de las no fenomenológicas, llamadas a veces «representacionales» o «representativas» (por ejemplo, las teorías clásicas mecanicistas) en que no aspira a proporcionar representación alguna o descripción de los procesos generadores de los fenómenos estudiados.

A este respecto se ha propuesto la metáfora del «cubo negro» a diferencia del «cubo transparente» y se ha hablado de «cubonegrismo». Se ha puesto en claro la concepción de las teorías científicas como cubos o [campos]. Tanto las teorías científicas como sus referentes han sido comparadas con dispositivos que contienen medidores, correspondientes a las variables 'externas' y representan propiedades observables, tales como la extensión y la dirección del movimiento de los cuerpos visibles; mientras las piezas en el interior del dispositivo corresponden a las variables 'internas' o hipotéticas, tales como la tensión elástica y el peso atómico.

Si para que el dispositivo funcione sólo hay que manipular los medidores, tenemos una teoría del cubo negro: denominación acuñada por electricistas para describir ciertos circuitos (transformadores o cajas de resonancia) como unidades carentes de estructura. Si además del manejo de los medidores, que representan a las variables externas, introducimos un aparato hipotético descrito con ayuda de las variables 'internas' (construcciones hipotéticas), estamos ante lo que podríamos denominar una teoría del cubo negro, considerada también como fenomenológica; y las teorías del cubo transparente pueden llamarse “representacionales”.

Se han dado varios ejemplos de teorías fenomenológicas como la cinemática, la óptica geométrica, la termodinámica, la teoría de la información, la teoría del aprendizaje en psicología conductista, y se han sugerido las expresiones caja oscura', 'externo' y 'no-representativo' en lugar de 'fenomenológico' para evitar confundir una teorización fenomenológica con una doctrina epistemológica o epistemológico-ontológica fenomenista del tipo de las fundadas en los “datos aportados por los sentidos” supuestamente últimos. Indicando, además, que no debemos confundir la teorización fenomenológica con una puramente descriptiva o con una de naturaleza no causal. Tampoco debemos confundir la teorización fenomenológica con una teoría derivada. Asimismo hay teorías semi-fenomenológicas, como la teoría del campo electromagnético y la teoría cuántica (que numerosos autores estiman simplemente fenomenológicas).

La cuestión de la naturaleza y función de la teorización fenomenológica en el terreno de la ciencia ha dado lugar a debates. Algunos estiman que toda teoría científica aceptable es fenomenológica y que debe rechazarse el “realismo científico”; otros consideran que una teoría fenomenológica es sólo un primer paso, de carácter instrumental para producir oportunamente una formulación representativa o “realista”. Quienes defienden la teorización fenomenológica frente a las representativas o “realistas” (que estiman a veces como metafísicas) se apoyan en una epistemología instrumental y destacan el carácter pragmático de la investigación. Sin embargo, no debemos confundir el pragmatismo (que es un conjunto complejo de doctrinas epistemológicas de muy diverso alcance) con un dispositivo tipo cubo negro.